Saber qué factor de protección solar usar para proteger tu piel de una radiación excesiva es más complejo de lo que puede parecer a simple vista. Encontrar el equilibrio perfecto de protección para tu piel es esencial para evitar quemaduras y prevenir el cáncer de piel, el envejecimiento prematuro o la deficiencia de vitamina D. En este sentido, un SPF alto no significa una mayor protección.
Como indican las recomendaciones de la Comisión Europea: “si un producto se aplica de forma correcta, un SPF de 15-25 es suficiente para proteger una persona con piel normal de la radiación solar”.
Las recomendaciones por parte de los medios de comunicación y los dermatólogos consideran que deberíamos utilizar un SPF de como mínimo 30. Consideran que la gente no utiliza la cantidad adecuada de protector solar y que no se lo aplica con la frecuencia necesaria. Estas directrices van dirigidas a la población en general, sin tener en cuenta aspectos como la edad, el estilo de vida, el historial médico o la renta.
Los protectores solares biológicos y la exposición solar progresiva no se encuentran entre las recomendaciones generales, ya que se trata de un tipo de protección que requiere una mayo atención y no es tan barata como los protectores químicos o minerales.
La mayoría de dermatólogos no están familiarizados con los remedios naturales para el cuidado de la piel. Los protocolos médicos se basan en fórmulas tópicas y sintéticas que muy raramente incluyen tratamientos integrativos como el cuidado de la piel basado en plantas, la nutrición o los cambios en el estilo de vida. Debido a su falta de experiencia con los protectores biológicos, la mayoría de especialistas no los pueden recomendar.
Para responder a la pregunta sobre qué factor de protección solar usar, debemos tener en cuenta una serie de factores para poder idear la rutina perfecta para cada uno.
Necesitamos encontrar el equilibrio ideal entre proteger nuestra piel y no cubrirla de forma excesiva durante períodos prolongados de tiempo.
La mejor solución son los protectores solares biológicos que contienen una pequeña cantidad de minerales. Este tipo de filtros favorecen los mecanismos de autodefensa de la piel que, junto con una exposición solar progresiva, pueden entrenarse para proteger de forma efectiva la piel de los eritemas (quemaduras), aunque no de los efectos negativos de la radiación UVA.
Las propiedades antioxidantes de los nutrientes de plantas de alta calidad, permiten a la piel combatir los radicales libres y evitar tanto el daño en la piel como el envejecimiento prematuro. El motivo por el que hay pocos filtros solares biológicos en el mercado es el coste de producción y el hecho de que su SPF no es demasiado alto.
Los tests sobre los SPF se hacen sobre la piel sin broncear de personas voluntarias, normalmente en la zona de la espalda o en las nalgas. Por tanto, la exposición solar en estos casos no es progresiva.
Los mecanismos de autodefensa de la piel solo se pueden entrenar si nos exponemos al sol poco a poco, unos minutos cada día hasta ir aumentando el tiempo de exposición durante un par de semanas. Junto con un protector solar biológico de calidad, la piel puede adquirir un cierto grado de autoprotección que aumenta la protección SPF del propio protector biológico.
Si actuamos en consonancia con las funciones naturales de la piel, con el tiempo obtendremos mejores resultados. Por el contrario, si actuamos en contra de estas funciones al sobreproteger o sufocar la piel, estaremos favoreciendo tanto el envejecimiento prematuro como la hiperpigmentación.
Dependiendo de la intensidad de la radiación solar, los siguientes períodos de exposición representan la misma cantidad de energía solar:
Teniendo en cuenta esto, no parece lógico aplicar un protector 50 a las 7 de la mañana en un día nublado de invierno. Debido a que saber qué protección solar necesita cada persona es difícil, la recomendación general es un SPF de 30 o 50, sin tener en cuenta los efectos negativos que estos pueden tener en la piel.
En este sentido, un factor de protección solar alto puede darnos una falsa sensación de seguridad que nos lleve a sobreexponer nuestra piel al sol.
Debemos recordar que exponer la piel al sol cuando el índice UV es alto, siempre será negativo para nosotros. Incluso si evitamos las quemaduras con un protector solar, la radiación aún puede provocar el envejecimiento prematuro de la piel.
Por tanto, para saber la cantidad de exposición solar y el tipo de protector más adecuado para cada uno, deberemos tener en cuenta una serie de factores.
Pequeñas cantidades de exposición solar ayudan a la piel a reforzar su resistencia y autodefensa. Podemos empezar con unos minutos de sol al día e ir incrementando el tiempo de exposición progresivamente.
Una piel bien nutrida se vuelve más fuerte y resistente con el paso del tiempo, por lo que puede defenderse mejor de las agresiones externas como la radiación solar.
Una dieta equilibrada aporta a la piel los nutrientes esenciales que aumentan también su resistencia.
Las quemaduras durante los primeros años de la infancia debilitan la piel y pueden causar que esa persona se vuelva fotosensible con el tiempo. Los signos de una piel fotosensible y un capital solar reducido incluyen las manchas solares (o pigmentación solar), rojeces, arrugas, flacidez y erupciones que pueden provocar picor (alergia al sol).
Es importante tratar estas alteraciones y nutrir la piel con nutrientes de plantas de buena calidad durante todo el año, así como evitar sustancias que puedan sofocar la piel.
Como hemos visto, la respuesta a la pregunta sobre cómo saber qué protector solar usar es muy compleja y depende de todos los factores mencionados. En la mayoría de casos, podemos entrenar la piel con una exposición solar progresiva y protegerla eficientemente con protectores biológicos.
Combinando con la ropa apropiada y evitando la exposición solar durante las horas de mayor índice UV, tu piel estará protegida de las quemaduras y el envejecimiento prematuro.
Puede que en ocasiones necesites un protector mineral con un SPF más alto durante unas cuantas horas o un período de tiempo determinado. Por ejemplo, durante un día en el exterior en verano, cuando no hay sombra o no podemos llevar un sombrero, o si viajamos al Caribe en pleno invierno y tenemos la piel muy clara.
Utilizar un protector solar con un SPF alto de vez en cuando no tiene por qué ser perjudicial para la piel, pero no lo recomendamos como tu rutina habitual durante todo el año.
Dependiendo de tu estilo de vida y trabajo, un protector biológico como Perfecting Illumination puede ser suficiente. Para una mayor protección, puedes utilizar Zen Solaire, un sombrero y ropa adecuada.
Por tanto, la pregunta “¿Qué factor de protección usar” depende de todos los factores que hemos visto. Es importante personalizar nuestra rutina de protección y entrenar la piel desde el principio de la primavera con unos minutos de exposición cada día.
A medida que la radiación solar se intensifica, debemos aumentar el uso de un protector solar biológico, la cantidad de ropa y usar un sombrero. Es importante empezar poco a poco e ir con mucho cuidado hasta saber exactamente dónde se encuentra nuestro límite en cuanto a la exposición al sol.